25 de Julio SANTIAGO

Ayer comentaba un post de Asier Gallastegi, en divertido ping-pong que nos traemos, algunas cuestiones que me sublevan en relación a la dinámica descanso trabajo. El post de Asier habla del síndrome pre y postvacacional. Ya sabéis la afición que le tengo al tema…

Ayer también, me dispuse a disfrutar de los ritos y de los placeres sencillos y comprobé en carne propia una vez más el binomio; la relación entre lo mítico y lo ritual. Es decir entre lo que nos da identidad – los valores, lo que podemos contar de nosotros mismos como algo que nos hace sentir bien- y los actos, los hechos que repetimos para reforzar estas expresiones de autoafirmación.
Y me marco este rollo, quizás porque es en estos momentos en los que uno se siente bien consigo mismo, en armonía con el entorno y cuando el sosiego y el descanso no se viven como algo impuesto, como algo que nos encajan o ponen como una mochila. Como el trabajo después del trabajo.

Os cuento, primero disfruté del «concierto de polcas» de la agrupación cultural banda de música ciudad Irun, en las fiestas de la calle Santiago, un encuentro entrañable. Por ser un poco críticos, los iruneses no sabemos porque no se hace ya en la propia calle Santiago. A parte del valor festivo destaco el encuentro intergeneracional,  ver como jóvenes y adultos se unen en torno a la música.

Vivo a caballo entre Irun y Hondarribia y por la tarde la celebración de   Santiago es un ritual bien diferente en Hondarribia. Es el día de la «Kutxa entrega» . Una celebración sencilla, pero ancestral y cargada de simbolismo. A la que no se puede faltar.  En la que hay música, color, emoción y belleza.

Esta celebración está precedida por  la banda de música a la que le siguen miembros de la hermandad de pescadores , abad mayor, patrones de pesca, autoridades cívicas y religiosas y una joven que porta con honor y orgullo la kutxa . En ella van  los documentos de la cofradía. El ritual termina en el arco de la hermandad al son de la música, la joven portadora gira sobre si misma con la kutxa dando tantas vueltas como pueda. El número de vueltas es un indicador de cómo será la temporada de pesca.

El público se congrega  alrededor del arco de la hermandad y acompaña a la joven. Jalea con aplausos los giros y en cada hito sube la emoción mientras suena la música.

El día acabó con una cena entre amigos, un día entrañable.

Hace unos días también volvía a apuntarme a eso de que la felicidad está «justo en la sala de espera de la felicidad»

Me da miedo cogerme las vacaciones, están cerca. Prefiero estas antesalas. Me hacen realmente feliz. Aunque necesito como todos,  de rituales de ruptura, de desconexión. De ir y volver, de diferencia… de estar y no estar, de diferencias que hacen diferencias… para poder contar algo distinto y para sentirnos  vivos y con muchas ganas de seguir viviendo.